domingo, 1 de febrero de 2009

Dos prólogos:


Lector, este prólogo podría comenzar así:

En la edad media, una persona podía ser torturada y ejecutada por no ser fiel a lo dictados religiosos, militares, económicos, políticos o judiciales de la época. Famosa es ya la Santa Inquisición y conocido el sistema feudal. Era difícil la vida para quien no siguiera a ultranza los pasos marcados en su tiempo. Los artistas, brujos, locos, vagos, alquimistas fueron perseguidos.

Y continuar de esta manera:

En la actualidad, vemos que ese paradigma de la creencia en algo único se rompe (aunque siga habiendo torturas y ejecuciones) En el medio de este cambio están Nietzche, Freud, Foucault, Cortázar, Walsh, la CNN, Crónica TV, Clarín y los demás diarios, Internet, Eliseo Verón, Enrique Symms y la revista Cerdos y Peces, William Borroughs y Borges. Sólo por nombrar algunos; los más conocidos.

Desde el primero (llámese Friedrich Nietzche) hasta el último (Internet) todos no hacen más que cuestionar esa estructura conformada por lo que se llamó era moderna. No por nada el alemán- junto a Freud, Foucault y alguno más- es llamados el filósofo de la sospecha. Todos sus temas giran en torno a la desconfianza que genera que todo lo que se ve sea tan “normal”, tan “lineal” en su apariencia.

También se podría agregar esto que sigue:

Esos filósofos de la sospecha nos servirán de apoyo en el presente ensayo pero no sólo ellos. Podemos ver que de principios del siglo xx hacia estos tiempos diversos escritores han absorbido esas teorías (algunas veces quizá sin necesidad de leerlas) y las han volcado en sus libros. Ya nombramos a Borroughs, a Rodolfo Walsh, a Enrique Symms. También se puede agregar la obra de Jorge Luis Borges. Entonces, es posible decir que Borges y los demás escritores nombrados son escritores de la sospecha.

Pero aún falta un elemento para que se vea el interés de este trabajo: los medios de comunicación. Que también a, su modo, fueron influidos por la caída de varios postulados clásicos. Basta sentarse a ver televisión unos momentos (CNN o Crónica TV es lo mismo para nuestro caso) o leer cualquier diario para rescatar momentos que son valiosos para el análisis de la formación de conceptos.

Y terminar así:

En definitiva, el objetivo de este ensayo es echar algo de luz (y no mucha; sólo la posible) sobre la formación de nociones, ideas, y concepciones tanto en cierta literatura como en los medios de comunicación y tratar de justificar la percepción de que en nuestros tiempos ya no hay diferencia entre ficción y realidad.

Pero no. Llamaremos a lo anterior anti- prólogo. Desechamos ese principio por ser tan formal como inútil. El prólogo comenzará así:

Había una vez, antaño(como no podía ser de otra manera), un hombre que escribía obras de teatro. Nunca ninguna de sus creaciones había sido puesta en escena. Nunca ninguna de sus obras fue representada. Nunca se supo de ninguna de sus obras hasta hoy. Sus obras de teatro eran de él. El las leía. Pero hoy, usted lector, tendrá la posibilidad de conocer la única de sus creaciones conservada. Son dos actos de una obra y su supuesto final. No se conoce si son los únicos o está inconclusa. Poco importa. A continuación, la trascripción, más o menos fiel, de aquellos actos.

Acto que llamaremos primero

Monólogo casi silencioso.

Se representa una obra, las luces están apagadas, hay bastante público, silencio. Se enciende una luz pequeña dirigida al centro de la escena.

Loco: Sale a escena. Se cuadra frente al público. – Soy un mamut-. En voz muy baja. Hace con sus manos como si tuviera colmillos. Da vueltas por el foro representando a un mamut. Se va de escena y vuelve instantáneamente.

Se cuadra de nuevo (todas las entradas que siguen se para en el mismo lugar) – Soy un ave- Siempre en voz muy baja, casi inaudible, y hace que vuela como si tuviera alas en lugar de brazos. Se va y vuelve.

-Soy una serpiente- Y se arrastra por el piso. Se va .

Vuelve. Las luces se encienden totalmente En voz alta, muy alta, gritando- ¡Soy un hombre!, - ¡Soy un hombre!, ¡Soy un hombre!, - ¡Soy un hombre!. No se mueve, sólo habla.

Recita:

- Ha caído mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre.

Mi voz: pequeña línea, pequeña canción que nos separa de las cosas.

Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades blancas.

Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.

Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.

Llora y luego corta su lengua. La obra termina. Las luces se encienden. El público, indignado, abuchea. Se van. Las luces se apagan.

Acto que llamaremos undécimo.

Casi monólogo, ruidoso, de un personaje

Luz abundante sobre el escenario. Una mesa a la que cuatro personas se sientan, frente a sendos micrófonos. Sala muy concurrida. Son estudiantes, profesores, intelectuales varios. No hay niños. Unos de los sentados a la mesa se aclara la voz. Silencio.

Presentador 1- Hoy estamos aquí para dar la bienvenida y escuchar a una de las más grandes personalidades dentro de la materia que nos interesa. Graduado en varias Universidades que ustedes ya habrán leído en el folleto que se les dio cuando entraron, con premios innumerables en reconocimiento de su labor en los ámbitos del lenguaje, hoy nos visita enorgulleciendo a esta casa de altos estudios. Sin más palabras, los dejo en su presencia. Con ustedes, el Doctor Jean Pierre Claemont.

Aplausos a interminables, vítores. Luego silencio.

Doctor Jean Pierre Claemont- Muy buenas tardes a todos. Hoy me convoca esta universidad para que les hable sobre el lenguaje. Alta materia sobre la que trataremos. El lenguaje es la materia prima del hombre. El hombre está hecho de lenguaje...

Aparece un mimo con un cartel que dice – Dos horas después...- Mientras tanto, se escucha el farfullo del Doctor Jean Pierre Claemont que sigue dando su conferencia magistral. El mimo se va.

Jean Pierre Claemont- Bueno, sin más digresiones, eso es lo que teníamos para decir. Como al principio, repetiremos que el hombre es lenguaje.

Aplausos a granel. Asistentes se paran con sus libros para buscar la firma del doctor. Baja el telón.

Colofón

Otra vez una sola luz hacia el centro de la escena. Se abre el telón. Aparece un presentador del estilo del teatro clásico.

Presentador- Y esa fue la historia del loco y la de Jean Pierre Claemont. El primero fue internado en un hospicio. Todavía vive. Hay quienes dicen que conoció a Jacobo Fijman. O que es Jacobo Fijman. Su mudez no le impide expresarse. Ríe como si estuviera loco, o realmente feliz.

El doctor vive en su país natal, siguió recibiendo premios, doctorados honoris causa. Continuó escribiendo libros y explicándolos en conferencias magistrales. Hay quienes dicen que es un hombre parco. Pero ya sabemos de la envidia que recorre los pasillos de la intelectualidad. Casi nunca ríe. Debe de ser que está ocupado.

Los dos morirán algún día. Como todos nosotros. Como esta obra. Pero es cierto que habrá obras mejores que otras. Vidas también. Muchas gracias.

Luego del prólogo, lo que sigue a él.

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